En respuesta a las nuevas medidas arancelarias anunciadas por el expresidente de EE.UU., Donald Trump, China ha decidido contraatacar con una combinación de aranceles adicionales, sanciones económicas y mayores controles sobre la exportación de tierras raras, elementos esenciales para la producción de tecnología avanzada.

Las nuevas tasas impositivas se sumarán a las ya existentes sobre productos estadounidenses, afectando sectores clave como la industria automotriz, la agricultura y la tecnología. Además, Beijing evalúa restricciones más estrictas a la venta de tierras raras a empresas norteamericanas, lo que podría impactar directamente la manufactura de semiconductores, baterías y otros componentes estratégicos.

Esta escalada comercial marca un nuevo episodio en la disputa económica entre ambas potencias, lo que podría generar repercusiones en los mercados globales y afectar a industrias de múltiples países.